sábado, 14 de diciembre de 2013

El tiempo perdido

No hay nada que resulte más relajante y excitante al mismo tiempo que ver la Navidad con los ojos de un niño.  Todo es luz, alegría e ilusión.  Aún recuerdo cuando mi madre colocaba las figuritas del misterio debajo del árbol, figuritas que aún conservo y culminan mi belén al más puro estilo “¿dónde está Wally/el Niño?”.  Luego te haces mayor y algunas incógnitas se desvelan, aunque no dejan de seguir siendo mágicas.  Unas ilusiones dejan paso a otras y seguimos cumpliendo navidades.

Pasan los años, y las navidades.  Cada una distinta e igual a la anterior.  Y empieza a aparecer el pánico “escénico”. Gran parte de la culpa la tienen los medios y el entorno general.  Nos venden la NAVIDAD “IDEAL”, con gente guapa, familias perfectas y casas de película.  Y resulta que ni todos somos tan guapos, ni nuestra familia es perfecta y toda nuestra casa cabe dentro del salón del anuncio.

Por lo general, somos gente normal y no hay familia que se libre de su particular oveja negra.  Para más inri y desgracia, algunos ya se fueron y otros, aún estando, es como si no estuvieran.  Por más que queramos, tendremos que desmantelar medio salón y pedir sillas prestadas para caber todos, amén de una mesa vestida estilo collage, con vajillas, cuberterías y cristalerías de modelos varios. Realmente, eso no me produce preocupación alguna, lo que hay es lo que hay, y para qué vamos a andar con florituras. 
 
Y así, cada año intento huir de tanta luz de colorines y tintineo de cascabeles, de papa noeles falsos o reyes magos teñidos de marrón, de esa incitación al consumo desmedido, de esa concordia obligada pero falsa, para encontrar el verdadero sentido de la navidad, de la natividad, de la esperanza en mi misma y en los demás, de la sencillez, del compartir, del perdonar; y mi deseo es que esa búsqueda me dure hasta la navidad siguiente y que dé sus frutos. 

Y así, cuando pasen muchos años y mire hacia atrás, sienta que recuperé el tiempo que perdí tantas navidades y vea la luz, la alegría y la ilusión en los ojos de aquellos a los que más amo.



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