lunes, 15 de octubre de 2012

Las musas dormidas

Cuando estudiaba en el instituto, en los cambios de clase solíamos jugar a un juego muy de chicos para ser un centro exclusivamente femenino. La dinámica era bastante simple pero a nosotras nos parecía algo realmente divertido: en los pasillos que daban a las clases había colocados unos bancos y nos sentábamos en fila hasta ocupar todo el asiento. La gracia consistía en sacar del banco a la que estuviera sentada en el extremo a fuerza de empujar. Reconozco que era un juego algo bruto pero las carcajadas estaban garantizadas viendo como los esfuerzos de la compañera de turno de apalancarse al banco resultaban inútiles ante la fuerza ejercida por el resto. El juego terminaba cuando veíamos aparecer al profesor al fondo del pasillo y corríamos al interior del aula.

En estos tiempos que corren me vuelvo a sentir así: al filo, agarrándome con brazos y piernas para no caer. Ya no resulta tan divertido, entonces lo más grave era un buen palmetazo contra el suelo, ahora la cosa es más complicada.

Tiempos difíciles, a pesar de que observe situaciones que me parecen incongruentes, tanto en políticos como en gente de a pie, que se quejan de boca pero que se contradicen con sus actos.

Nos hablan de austeridad y no la hay, es más no se ve, ni esa falsa austeridad ni la verdadera de muchas casas en las que realmente se está pasando necesidad en cuestiones elementales y básicas.

Nos hablan de solidaridad, y es verdad que la hay, pero hace falta todavía más y pienso que una manera de ser solidario es ser austero, ¿por qué no? Tantas cosas que consideramos imprescindibles luego no lo son tanto, ¿por qué no pararnos un momento a reflexionar sobre lo que nos es útil o no? Llegaríamos a sorprendernos de las pocas cosas que necesitamos para ser felices.

Este pequeño espacio personal nació de la necesidad de compartir muchos sentimientos, especialmente, felices y mi inspiración para crear nace de esos buenos momentos. Ser positivo, a pesar de todo, extender una mano de manera virtual para, por lo menos, arrancar una sonrisa a quien tenga la deferencia de leerme, ésa es y sigue siendo mi única intención, pero no corren buenos tiempos y las musas se encuentran aletargadas. Aún así, hoy sentí la necesidad de escribir estas palabras, para volver a extender mi mano, a los demás o por qué no, a mí misma.