domingo, 24 de abril de 2011

Cristo vive



“¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24,1-12). Esta misma pregunta que se les hizo a las mujeres que fueron al sepulcro aquella mañana, es la misma que nos hacemos hoy nosotros dos mil años más tarde. ¿Dónde está Jesús? ¿Dónde está el Señor para nosotros? ¿Muerto, clavado en una cruz? ¿Enterrado en un sepulcro? La respuesta, sin duda alguna, es NO. Cristo vive, Cristo ha resucitado, no sólo hace miles de años, sino hoy y cada día del presente.


La oscuridad ha dado paso a la Luz, el silencio ha sido roto por la Palabra, el Agua nos ha dado la vida nueva, y esa vida se hace eterna a través del Pan y el Vino.

Esta vida nueva nos da la oportunidad de regalar a los demás, de trabajar por los demás, de dejarnos quemar para resurgir nuevos, de no tener miedos ni malos rollos, de ser luz y de ser sal, de ser reflejo de la Luz de Cristo.


Por eso, de nuevo la pregunta: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” ¡Feliz Pascua de Resurrección!

domingo, 17 de abril de 2011

"Quien no estrena en Domingo de Ramos...


…se le caen las manos”. Así dice el dicho. Yo no sé si eso será verdad o no, ni de dónde viene el susodicho refrán. Bien es cierto que, hace ya unos “muchos” de años, las ocasiones para lucirse ante el resto de los conciudadanos se limitaban a la Semana Santa o las fiestas locales de turno. El caso es que este dicho me ha acompañado desde que tengo uso de razón; de pequeña, ya se ocupaba mi madre de dichos menesteres; ya más mayorcita, en plena época adolescente, me ocupaba yo solita; luego vinieron los años de cierta desidia y ahora hemos vuelto a los corrales, no de forma exhaustiva, es decir, estrenando de la cabeza a los pies, pero sí dejando alguna prenda guardadita para el Domingo de Ramos.

Este año, en la parroquia, nos hemos dejado llevar levemente por dicha tendencia, amén de la necesidad, ya que los monaguillos, como los pepinos, nos crecen de noche, y las túnicas que suelen portar se les están quedando pequeñas. Así que hoy hemos estado de estreno: las cuatro patas del banco han estrenado ropaje nuevo, auténticamente “monaguil”, con roquete y todo.

Hemos tenido guasa con el tema durante toda la Cuaresma, empezando porque cuando vieron los trajes, como que no les hicieron mucha gracia, ya que están casi todos en la pubertad. Para más inri, les tuvimos con el alma en vilo, diciéndoles que teníamos encargados unos bonetes a juego. El misterio no se desveló hasta esta mañana en la sacristía, para alivio de los cuatro.

Bromas aparte, la ocasión lo merecía, es nuestra semana grande y tenemos que vivirla con intensidad, especialmente, desde la fe. Por razones obvias, sus caritas están pixeladas, pero ¿a qué están para comérselos? Vistos en directo, son todavía más guapos, y tienen un buen hacer que es el orgullo de toda la comunidad parroquial.

jueves, 7 de abril de 2011

La primavera...

...la sangre altera, o eso dicen. Yo no es que me sienta rara, al contrario, me encanta que ya entre el buen tiempo, aun a costa de las dichosas alergias que no se irán hasta los primeros baños en el mar.

Lo que sí es cierto es que, teniendo ya de por si un puntito inconformista, me entran las ganas locas de cambalachear todo tipo de objetos, en la casa, en el blog,… en donde sea, aun a sabiendas de que, seguramente, todo volverá a estar al final como al principio, pero en esas idas y venidas, ando entretenida un rato largo.

Hoy le ha tocado el turno al blog; no consigo encontrarle el puntito primaveral, y revisando entre el montón de imágenes que tengo, aparecieron estas Nancys primigenias, es decir, las originales, las de mi niñez, aunque he de confesar que yo nunca tuve una, tal vez debido a un despiste de mi madre, pero sí tuve una Sintra, que era algo así como la sucedánea, que mi tío pensó bien en regalarme.

Por ello no tuve ningún trauma, seguramente porque los juego de los chicos siempre me parecieron más divertidos y me adherí a la banda: el látigo, el mate, el poliladro, la lata,…, el trompo como que no, y las canicas, tampoco, pero el resto bien que lo jugué.

No por ello dejo de ser ahora una mujer normal y corriente, aunque muy agradecida con Dios porque me dio hijos varones, ¡a saber cómo me las hubiera apañada teniendo una niña!¡¿cómo le habría hecho las coletas?!

Pero bueno, que mi look bloguero se vuelve desde hoy, algo setentero y, a la vez, algo chivato de los años que porto,…¡y a ver cuánto dura!