jueves, 22 de julio de 2010

Preludio

He estado alrededor de este mundo
He estado en muchos lugares
He visto un millón de caras
En miles de ciudades
Pero cuando miré en tus ojos
supe que encontré el cielo
Y he estado esperando para decirte
Que nunca te dejaré ir.

Puede hacer frío o calor
Pero lo que yo siento es verano en mi corazón
Es muy fácil decir “te amo”
¿Desconfiarías si pregunto tu nombre?
Dime, ¿qué haría falta
realmente para convencerte
que voy a amarte
aunque mi corazón se rompiera?

Veo un día mejor
Puedo sentirlo llegar
Puedo oírlo llamando
en la noche de invierno
¿Pudiste convertir a esta mujer

en una creyente verdadera
cuando dejaste tus huellas
en aquella noche de luz de luna?

Puede hacer frío o calor
Pero cuando estoy contigo
Es verano en mi corazón

Deja caer las montañas
Deja caer al mar
Deja desbordarse los ríos
No me incomodará
Deja las estrellas salir esta noche
porque puedo verlas en tus ojos
Y deseo amarte
aunque mi corazón se rompiera.


Para J., porque ya queda poco.
(Con el permiso de Aaron Neville, por los ligeros cambios de género)

lunes, 12 de julio de 2010

¡Pudimos!


¡Vaya si pudimos! ¡Ganamos el Mundial! Anoche fue para muchos una noche mágica, sobre todo para ese equipo que se lo ganó a pulso. Yo no sé cómo irán hoy algunos al trabajo después de la noche de juerga que se habrán corrido.

Estarán resacosos pero con un regustillo más que agradable; hoy, el ambiente en los lugares de trabajo seguramente serán muy relajado, con una sonrisilla en la cara y un ánimo estupendo. Y todavía nos queda la llegada de los jugadores a Madrid, ¡va a ser la bomba!, así que esta noche ya sabemos lo que vamos a ver por televisión; ya pueden las cadenas abstenerse de poner algo especial, que el share ya sabemos quién se lo va a llevar.

Lo cierto es que ayer fue un día muy singular; el tema favorito de la peña, el partido de la tarde; un personaje muy comentado, el pulpo Paul, que se ha ganado el indulto, como los toros, ¡ay si hubiera fallado! lo secuestramos y lo hacemos a la gallega; el aprovisionamiento de cerveza, pipas, patatas y demás piscolabis venía de días antes, de ello doy fe porque lo vi en Carrefour; la venta de camisetas, banderas y demás enseres alcanzó su cenit por la mañana y todos los quioscos y tiendas de chinos se quedaron sin pipas en un pispas.

Desde las siete de la tarde, más o menos, el ir y venir de coches y gente por la calle fue incesante. Muchos habían quedado para ver el partido juntos: entre amigos o con la familia; un único color en la vestimenta: el rojo, y como maquillaje, los colores rojo y amarillo, ¡hasta tuve que sacar mis barras de pintura de cara para pintarle la cara a mi hijo!

A las ocho y media se paró el mundo: no quedó nadie en la calle. Todos estaban recogidos en casas o bares, sentados ante el televisor, cruzando todos los dedos de las manos y encomendándose a todos los santos.

Y empezó el partido, ¡vaya partido! Tenso hasta el final. El árbitro que no tenía un pelo de… listo, el equipo contrario con un juego feo y marrullero, con una estrategia muy particular: hacer la falta y encima protestar, me recordaban al clásico niño petardo de la clase, que hace la trastada y luego va llorando: “¡Seño, yo no he sido!” Nuestro equipo qué decir, dando ejemplo de cómo se juega al futbol.

Y pasó el primer tiempo, y nada. Y pasó el segundo, y tampoco. Y vino la prórroga, y casi al final…¡el gol! ¡Por fin! El estadio bramó, pero como un eco de lo que se sintió aquí es España. A mi vecino de arriba seguro que le dio un espasmo bronquial tocando la bocina. ¡Hasta tiraron cohetes!


A partir de ahí, un ataque de nervios, deseando que el reloj corriera más de la cuenta y de que el árbitro tocara el silbato, dio dos minutos más, ¡por Dios! y ¡final del partido! ¡España campeona del Mundial 2010!

Muchas imágenes para recordar, y para pensar: el gol de Inhiesta, las lágrimas de Casillas, la alegría de la Reina y los Príncipes, el elegante saber perder del Príncipe heredero de Holanda, la templanza de nuestro entrenador, los abrazos de los jugadores, ¡el beso de Casillas a su novia! (segundos antes, dije yo en voz alta cuando lo entrevistaba: “Anda hombre, dale ya el beso”, creo que me escuchó) y lo cortada que se quedó la pobre.

Y muchas sensaciones y sentimientos para repetir en otros campos de la vida: el trabajar en equipo, sin individualismo alguno, la modestia, la gratitud (todos los jugadores agradecieron a la afición todo el apoyo prestado), el amor a nuestro país, el saber ganar y compartirlo con los demás.

Sin duda alguna, ayer ganó España, pero como dijo un periodista, sobre todo, AYER GANÓ EL FUTBOL. ¡Felicidades de todo corazón!

(fuente fotografía: Google)

domingo, 4 de julio de 2010

¿Podremos?

Ayer ganó España. Ya ha pasado a semifinales, el miércoles por la tarde todas las calles del país volverán a estar desiertas. No es que yo entienda de futbol, pero disfruté viendo el partido. En casa teníamos preparadas las palomitas y mi hijo pequeño, vestido con la camiseta de la selección.

El momento del gol fue apoteósico, gritaron todos: mi marido, mis hijos, el vecino de al lado, el del tercero, los del bloque de enfrente… Vamos, un clamor popular. El bloque casi tembló. Cuando acabó el partido, y hasta bien entrada la madrugada, fue incesante el paso de coches tocando el claxon y las bocinas. Un auténtico paroxismo. Yo no sé lo que pasará si ganamos el miércoles, ¡ojalá!... ¿Y si ganamos la final? ¿Podremos?

A fin de cuentas, los jugadores sólo están cumpliendo con su trabajo; si disfrutan con ello, mucho mejor; y si nos hacen disfrutar a los demás, ¡olé! Pero es lo mínimo que pueden hacer ganando el sueldo que ganan.

A pesar de todo, me alegré mucho cuando Villa salió corriendo tras marcar, y más viendo como se abrazaban todos en plan melé; y Pepe Reina, la alegría del equipo, que tiene que disfrutar y sufrir tanto dentro del campo como en el banquillo. Tras terminar el partido, las conexiones con los aledaños del Santiago Bernabeu y otros lugares, visionando las reacciones del personal en los momentos clave del partido, todo ello nos hizo cenar con una sensación reconfortante.

Esta mañana todavía duraba la euforia. Al salir contemplé asombrada la floración de banderas nacionales en todas las terrazas, ¡se han multiplicado como champiñones! El futbol ha sido capaz de despertar en todos nosotros el sentido patrio, el amor a nuestro país.

Y ahora yo pregunto, sin ánimo de ofensa ni de aguar la fiesta: con cuatro millones de parados, ¿por qué no hemos colgado carteles en nuestras ventanas, al igual que estas hermosas banderas, protestando por esta situación? El sentimiento patrio hay que manifestarlo en todas sus facetas. ¿Podremos?

sábado, 3 de julio de 2010

Mi mejor amiga

Conozco a L. de toda la vida. Es alguien muy especial. Es mi mejor amiga y yo la quiero un montón. Es muy buena persona, tiene sus defectos pero tiene un corazón muy grande. ¿Cómo podría definirla? Ya las compañeras del instituto la definieron como el entusiasmo hecho persona. Voluntariosa hasta el extremo, con los años va buscando la perfección. Enemiga acérrima de la mediocridad, pretende dejar una huella hermosa de su paso por esta vida.

Tiene un alto sentido de la justicia y del honor, ambos heredados, aun yendo en detrimento de ella. Es transparente, lo que se ve es lo que es, lo cual, se convierte al mismo tiempo, en un arma de doble filo; aunque los años la han hecho más reflexiva, es bastante confiada, lo cual le ha jugado amargas pasadas en los últimos años; pero no por eso ha decaído su espíritu, creyente como es, asegura que Dios ha puesto en su camino personas que la han sorprendido para bueno y que son un ejemplo a seguir.

De apariencia tranquila, y con algunos kilillos de más es un puro manojo de nervios. Tiene un punto inconformista, por eso le gustan los cambios; no los grandes sino los pequeñitos, siempre buscando una mejora y huyendo de la rutina. A pesar de que la edad va dejando su marca y la madurez hace acto de presencia, a veces, a L. le gusta ser políticamente incorrecta, sobre todo, si se encuentra frente a alguien que pretende ser políticamente correcto. Su bandera, la autenticidad y la sinceridad.

Lo que más me gusta de L. es su lado cómico; es realmente divertida y le busca el chiste a todo, empezando por ella misma. Es bastante payasa y de ello dan fe una buena colección de fotografías y vídeos.

A veces, L. se pone malita, porque somatiza todo lo que siente. Pero ella misma hace propósito de mejora y tira para adelante. También, a veces, L se pone triste y llora como una niña pequeña. Entonces yo la acompaño, y la abrazo y lloro con ella; pero otras le regaño y le digo que tire para adelante, porque sé que puede hacerlo, porque veo esa fuerza interior que posee. Y L. me hace caso.

Hay personas que transmiten calidez, y L. es una de ellas. Tiene muchos sueños cumplidos, pero muchos más por cumplir, y todos compartidos. Es para mí un orgullo ser partícipe de esos sueños.

Pero lo que más me gusta de L. es su ambición: ella dice que lo que más le gustaría sería provocar una sonrisa en aquellos que la recuerden cuando ya no esté aquí.